Al ojo que no está entrenado le es imposible distinguir el verdadero arte de la simple broma. “El arte (del lat. ars, artis, y este calco del gr. τέχνη)1 ”, define la wikipedia, “es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, mediante diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos”.
La semana pasada, ARCO dejó en Madrid algunos ejemplos de
piezas maravillosas y fácilmente digeribles por el gran público. Sin embargo,
también dejó otras difícilmente clasificables. Si se acepta que el arte es un
puente tendido entre el artista y el consumidor (lo que ya es mucho aceptar), se
concluye que la mirada de cada individuo puede interpretar de manera muy
distinta el mensaje del creador. A veces el mensaje directamente no llega a su
destino. Aquí, una muestra de diálogos rotos y comunicaciones con remite pero
sin dirección, porque difícilmente pudo algún visitante sentir que estaba ante
una pieza de arte o que por ella merecía la pena pagar miles de euros.
La última de esta muestra, que es un Buda flotando en agua, se vendió por 8.500 euros más IVA.