martes, 10 de marzo de 2009

El torero de Maria Teresa Campos


Idílico explica por qué José Tomás ha devuelto su medalla de oro de las bellas artes. Está José Tomás en La Monumental de Barcelona, y sobre el albero se encuentra al bicho, que más que cuernos lleva lanzas. Tomás, que despide la pasada temporada, no le cede ni un centímetro. Torea piel con piel, buscando siempre un pase más, enlanzando series larguísimas, de esas, dicen los que saben, que pocas veces se ven. Idílico, que así se llama el toro, tiene fuerza y ganas. Entra al trapo, y acaba indultado. Guarda la vida. Ha sido, según los expertos, algo tremendo, una más de José Tomás, y esta vez sin que los periódicos tengan que recurrir al artificio mediático de la cogida, la sangre y la muerte. Luego, Francisco Fran Rivera Ordóñez, otra estirpe de torero. Más humilde en los medios. Más mediática en la propaganda. Más destinada a las plazas semivivacías, póngase la de Estepona, donde el nietísimo celebró sus 1.000 corridas bajo la atenta mirada de Maria Teresa Campos, lo que pone las cosas en perspectiva. Torero valiente, como todos, este Ordoñez, que se promociona a través de la web. Menos torero que Tomás, que al verle este año premiado con la misma medalla que antes le celebró a él, ha devuelto su premio. Están los videos para verlo: la diferencia no es sólo de plaza, estilo y cuerpo. Es también cuestión de metros. La distancia con el toro es lo que separa a los dos toreros. Centímetros que José Tomás, como el gran Paco Camino, no quiere que una esta medalla.

 
Bitacoras.com