domingo, 27 de diciembre de 2009

El síndrome más televisivo

Es ceguera emocional. Incapacidad para reconocer lo que significa una sonrisa o para comprender un chiste. Una mezcla de frialdad y discapacidad para socializar que ha resultado en el síndrome médico más televisivo. Lo sufre el doctor House, según su amigo Wilson. Lo encarna la Doctora Dixon en Anatomía de Grey. Y lo tiene Moss, protagonista de otra serie de éxito mundial, The IT Crowd. No son casos únicos en la televisión: el síndrome de Asperger, para unos enfermedad, para otros una manifestación extrema de una forma de ser, también vive en un abogado de Boston Legal, en la gélida forense de Bones y en un físico incapacitado para comprender la ironía en The Big Bang Theory. ¿Por qué tantos personajes con el mismo patrón de comportamiento? Porque son un regalo para los actores, suman situaciones inusuales al guión y cuentan con el aval de Steven Spielberg, Woody Allen o Dan Aykroyd, creadores de opinión, hombres poderosos en la industria del celuloide y ejemplos vivientes del síndrome. Tras años de silencio, el cine estadounidense de los años 90 luchó contra la discriminación de los homosexuales y la estigmatización del sida (Filadelfia). Antes, subrayó la inmoralidad de los ejecutivos (La hoguera de las vanidades) y oficializó la lucha por la igualdad de los negros (Spike Lee). Todos esos títulos actuaron como altavoz para la denuncia, igual que un despertador con el que remover conciencias frente a un problema. Ahora alguien ha decidido que es el turno del Asperger, una forma de autismo que ya ha dado el salto de la televisión al cine: Adam y If you could say it in words, dos películas estrenadas en 2009, centran sus guiones en las relaciones sentimentales de dos hombres con el síndrome.

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