viernes, 13 de marzo de 2009

Nadie quiere perderse la fiesta


Obama ha reaccionado a lo grande frente a la crisis de El Impecable. Como el barco estadounidense de reconocimiento cercado por una flotilla china iba desarmado, el presidente ha decidido enviar una flota de destructores fuertemente armados al mar del Sur. No parece que la decisión vaya a ayudar a solucionar pacíficamente el conflicto. Tampoco que nadie en su administración tenga gran interés por aclarar qué hacen tantos barcos de reconocimiento con equipamiento de sonar en la zona. Los chinos dicen que son espías. Y puede que estén en lo cierto: en Washington preocupan, y mucho, varios informes que sugieren que China está aumentando rápidamente su flota de submarinos con vistas a una guerra con los Estados Unidos por Taiwán, el último refugio de Chiang Kai-Shek. Al final de esta década, dicen esos documentos, según The New York Times, China tendrá más submarinos que los Estados Unidos, gracias a su propia producción y a las compras que le ha hecho al enemigo rojo, Rusia. Nadie quiere perderse la fiesta. Es un pulso de poderes. También, uno de los últimos capítulos de la Guerra Fría, y uno más de la Guerra de Recursos.
En la foto, un submarino chino tipo Song
 
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