sábado, 27 de junio de 2009

A medio camino de nada

Estados Unidos es el país de los huracanes y las inundaciones, del drama del Katrina y los tornados arrolladores. Da igual. El Congreso estadounidense acaba de aprobar la primera ley de su historia para combatir los gases verdes que provocan el calentamiento global. Las medidas adoptadas por 219 votos a favor contra 212 no han dejado satisfechos a nadie, pese al profundo impacto que pueden tener en sectores clave como el eléctrico, el de la construcción y el de la agricultura. Ni los demócratas, ni los republicanos ni los ecologistas han quedado contentos. Azuzados por la defensa de sus graneros electorales antes que por los intereses de su partido, más de cuarenta representantes demócratas votaron contra la propuesta de Obama (ver vídeo), también impulsada por Al Gore, el campeón de la ecología. Los republicanos consideran las medidas antiestadounidenses, porque fomentan la dependencia energética del exterior (léase del petróleo de Arabia Saudí) y limita la capacidad de negocio de los empresarios del país. Y los ecologistas se sienten desilusionados porque los límites establecidos tras las negociaciones entre partidos quedan muy lejos de lo prometido por Obama en su campaña y de lo ya hecho en Europa. La ley pone un límite a las emisiones que los contaminadores pondrán salvar negociando entre ellos para comprar cuotas de contaminación de otras empresas. Según pasen los años, se reducirán los límites y se aumentará el coste de alcanzarlos, con la voluntad de que eso impulse la generación de procesos industriales menos dañinos para el planeta. En el año en el que el mundo vuelve a negociar su futuro con el nuevo tratado de Kioto, Estados Unidos avanza tarde, mal y muy por detrás de Europa. Es una verdad incómoda: se ha quedado a medio camino de nada.


 
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