viernes, 24 de abril de 2009

Un radical al frente de la reforma


Hay veces que la esperanza da miedo. The Times retrata a Mir Hossein Musavi, candidato reformista en las elecciones presidenciales de Irán, como el rostro del cambio frente al presidente Ahmadinejad, el favorito. La desmemoria fundamenta muchas carreras políticas. Musavi, arquitecto y artista, pasa hoy por reformista porque estaría dispuesto a reunirse con Obama y a no desaprovechar el “paso hacia delante” del presidente estadounidense, aunque eso sólo suponga, como admite, un cambio de tácticas dentro de la misma estrategia de Ahmadinejad, la del Gran Irán. Con eso ha sido suficiente para hacer olvidar su papel en una de las más horribles historias del siglo XX, la guerra Irán-Irak. Musavi, Primer Ministro entre 1981 y 1989, visitó entonces a Juan Pablo II, que “expresó su esperanza de que el intercambio de prisioneros iraníes e iraquíes se lleve a cabo lo antes posible para evitar el sufrimiento de estos hombres y lograr la alegría de las familias que volverán a estar unidas”, según el portavoz papal en 1989, Joaquín Navarro Valls. La respuesta del político, alabado por los suyos por la gestión de la economía iraní durante la guerra, fue el estruendoso silencio que sepultó al país en aquellos años y que tan bien refleja una novela: La casa de la Mezquita. Musavi, revolucionario islamista de la primera hora, instauró un modelo económico socialista mientras Jomeini pedía a las madres iraníes que tendieran con sus hijos “un puente de muertos” para que el ejército pudiera llegarse a enfrentar cuerpo a cuerpo con los iraquíes, superiores tecnológicamente gracias a la ayuda de los Estados Unidos. Si este es el reformista, lo que deben ser los otros.
 
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