sábado, 25 de abril de 2009

El látigo de los presidentes estadounidenses

Antes que nada, Helen Thomas es periodista. Una fea con estilo. La mujer que le ha ido haciendo las preguntas difíciles a nueve presidentes estadounidenses desde hace casi 60 años. Eso no evitó que Nixon la felicitara en un discurso a la nación por ser la primera mujer que llegaba a la jefatura de la delegación de la agencia UPI en la Casa Blanca. Que Ronald Reagan, en otro discurso televisado, interrumpiera el turno de preguntas para alabar su vestido rojo. Que Clinton la recibiera con una negra tarta de chocolate para celebrar su cumpleaños. Y que George W. Bush, el hijo, siguiendo los pasos de su padre, enemigo declarado de la prensa, tuviera varios enfrentamientos con ella, porque el día en el que debutaba como presidente la Thomas le cortó en una respuesta: la venerable periodista sabía que aquel tipo no admitía segundas preguntas, y decidió que a ella no se le escapaba vivo. Canal+ emite estos días Thank You Mr. President, un documental sobre su carrera que incluye también su decepción por ni siquiera haber olisqueado el Caso Watergate. Radical de izquierdas. Ignorante. Liberal. Opinadora antes que informadora. Tendenciosa. Maestra de corresponsales. Thomas da para todo tipo de etiquetas en el calidoscopio del periodismo estadounidense. Su ausencia dejará un vacío incalculable. Thomas se va marchando, y hoy en la Casa Blanca sólo van quedando quienes preguntan a los presidentes cómo guía Dios sus pasos y cuál es la mejor oración para que las cosas de Irak vayan por mejor camino.



 
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