jueves, 8 de octubre de 2009

Historia muerta

Ocurrirá este sábado, a cuenta del progreso y la economía, con el impulso del fútbol y de Barack Obama, y por encima de millones de muertos, de tantas vidas destrozadas y tantas mujeres humilladas, violadas y vueltas a humillar. Sobran más argumentos que estas frases recogidas por The Independent y pronunciadas por el Obispo Grigoris Balakian en 1915: “Algunas de ellas habían sido conducidas a tal estado que eran meros esqueletos envueltos en mantas, con la piel convertida en cuero, quemada por el sol, el frío y el viento. Muchas embarazadas, insensibilizadas [enloquecidas por el horror], habían dejado a sus recién nacidos en la cuneta como protesta contra la raza humana y contra Dios”. Esas mujeres, en número de 40.000, eran las que quedaban de la diáspora armenia, un millón de expulsadas en una eterna marcha de la muerte, viudas desde el primer metro, con sus maridos muertos con la garganta reventada por los soldados del Imperio Otomano. Turquía y Armenia no se dicen nada desde entonces, o mejor dicho, hasta ahora. Ocurrió que en 2010 habrá un Mundial de fútbol en Sudáfrica. Que antes Barack Obama, el presidente de los Estados Unidos, ejerció de mediador entre las dos partes. Que el presidente armenio decidió ver en directo el Armenia-Turquía clasificatorio para el Mundial. Que Turquía, un país que nunca ha reconocido aquel genocidio, interpretó eso como lo que era, un gesto de acercamiento, y que todo sumado derivó en lo que viene ahora: un acuerdo de reapertura de las relaciones diplomáticas entre ambos países, a firmar el sábado en Suiza. Hay manifestaciones en Armenia. Protestas en Beirut, donde se encuentra alojado el presidente Serzh Sargsyan, ése que mandó disolver las protestas contra su elección causando ocho muertos, el mismo que manda con puño de hierro en Armenia. Hay también otras cosas. Gente desesperada que reclama con sus carteles las casas de sus abuelos, perdidas a manos de los turcos; el recuerdo de sus muertos; y más que memoria, respeto.
 
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