jueves, 5 de febrero de 2009

La diplomacia del ping-pong ha muerto


En 1971, un equipo estadounidense de ping pong visitó China para romper años de ceguera, sordera y desconfianza mutua. Fue la primera delegación deportiva estadounidense que entraba en el gigante asiático desde 1949. Aquellas partidas sembraron el camino para que Nixon y Mao se reunieran en 1972 y retomaran la vía del diálogo entre dos superpotencias nucleares en plena Guerra Fría. En el siglo XXI, sin embargo, la diplomacia del ping-pong ha muerto. Obama y su equipo, encabezado por Hilary Clinton, tienden su mano a Irán a cambio de que los ayatolas abran su puño de boxeador a la defensiva. La oferta es un gran avance con respecto a la administración Bush, que pedía guerra, sangre y fuego. Para Irán, no. Para Teherán, menos. Esta semana, coincidiendo con la celebración del 30 aniversario de la Revolución Islámica de 1979, Irán organiza un torneo internacional de bádminton. Estarán las selecciones de Pakistán, Siria, Afganistán, Malaisia y hasta la de Irak, el cruel enemigo de los ochenta. Falta Estados Unidos. Las chicas de Obama hicieron las maletas y se encontraron con que les denegaban los visados.
 
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