viernes, 3 de abril de 2009

5.000 millones contra la inmigración


Probablemente fue la primera vez que se usó el avión como arma de guerra. Italia invadió Libia en 1911 y dejó tras de sí un reguero de muertos, pactos secretos y destrucción. Se vivían los tiempos de las dictaduras mecánicas, ésas que querían conquistar colonias con sus máquinas de vapor y hierro. Turquía, el enfermo de Europa, perdía una más de sus tierras. Y Mussolini, cómo es la vida, protestaba contra la guerra. El futuro dictador fue condenado a prisión por participar en una violenta manifestación contra el conflicto, que había definido públicamente como “acto de delincuencia internacional”. Luego mantendría Libia entre las posesiones italianas hasta su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Han pasado casi 100 años y los libios, gobernados por ese extraño dictador socialista que es Gaddafi, han encontrado en aquel episodio dramático la mejor base sobre la que construir sus exigencias. Libia recibirá 5.000 millones de dólares en ayudas e inversiones por parte de Italia en los próximos 25 años. Así lo ha decidido Silvio Berlusconi, el nuevo Duce, que a cambio logra que sus marineros y policías patrullen conjuntamente con los libios para detener la oleada de cayucos y barcos de la muerte que desde Libia llegan a Italia. Es un pacto de reparación y colaboración, informan las dos partes. Reparación por la invasión de 1911. Y colaboración contra el enemigo inmigrante. Todo son opiniones, pero quizás el presidente de una democracia (Berlusconi), debiera sonrojarse por aparecer así en un Parlamento.
 
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