lunes, 1 de marzo de 2010

Defender a los asesinos

Es febrero de 2001 y el Ministerio del Interior se felicita por haber detenido en España a Sergei Butorin, un ciudadano ruso “acusado de ordenar o ejecutar personalmente 29 asesinatos en la Federación Rusa”, entre ellos varios policías y una fiscal que le investigaban. Es el peligroso líder de Los Nuececitas, que ha sido atrapado junto a su lugarteniente a la puerta de un prostíbulo y con alguna que otra fruslería: dos pistolas, dos metralletas, munición, dinero, vehículos y documentación falsa, según el comunicado del ministerio. Ambos se resisten. Intentan disparar. Prueban a huir en el BMW y el Mercedes que conducen. Es Rusia en Castelldefels: dos subfusiles ametralladores marca Ingram, 7,65 mm., cargadores, abundante munición, un silenciador, dinero y documentos falsos son intervenidos en su apartamento, igual que podrían haber sido encontrados con nombres italianos en la Costa del Sol si uno hace caso a Saviano y su Gomorra. Un tipo tremendo este Busorin, alias Osia: un día asesinó a un rival a escasos metros del Ayuntamiento de Moscú y al otro dejó la pistola ejecutora en el patio del edificio de la fiscalía. Debía sentirse intocable tras acabar con sus rivales con apodos de película: Terminator, Silvester (por Stallone, claro), Alexánder Magno… Han pasado nueve años casi exactos desde entonces. Es el último día de febrero de 2010. Javier Saavedra, abogado, abandona por unos instantes su labor como representante legal de Ana Obregón, Isabel Pantoja, Julián Muñoz, Alessandro Lequio, Cayetana de Alba, Eugenia Martínez de Irujo o Paulina Rubio para hacerle un requerimiento al juez. No trata de exculpar al acusado ruso. Sí de evitar, según cuenta El Mundo, que sea extraditado junto a su mano derecha hasta que haya “garantías de que no los van a matar en cuanto los manden a una cárcel rusa”. Los asesinos temen ahora por sus vidas.

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