miércoles, 17 de julio de 2013

Algunas calles de El Cairo

-Un hombre se lanza contra el taxi en mitad de la carretera, le obliga a parar, y luego en un segundo se monta como si estuviera dispuesto a cometer un atraco. Al mismo tiempo, otro corre en persecución del coche y salta sobre el maletero. No van armados. Quieren enseñarles las pirámides a los turistas, que les miran asustados.


-Las 12.00, mediodía. Es Ramadan. Las mezquitas llaman a rezar. Por el aire de la ciudad se extiende un murmullo uniforme, denso, de altavoz en altavoz. Las alfombras se extienden sobre el asfalto en Zamalek. El tráfico se congela. Los fieles se arrodillan, tocan con la frente el suelo, y rezan.

-Tahir. Polvo. Sillas amontonadas. Basura. La cuna de la revolución, el nido de la primavera árabe, está sucia. Los coches circulan excepcionalmente: hay controles en casi todas las entradas. Alrededor de la plaza y su glorieta central se acumulan los campamentos improvisados, algún puesto de comida, jóvenes que intentan agarrar a los visitantes armados con pinturas con las que dibujar en la cara los colores de la bandera egipcia.

-Tres puentes unen la isla de Zamalek al resto de El Cairo. Suelen estar atascados. La gente se sube en marcha a los autobuses, pero normalmente antes tienen que ayudar a empujarlos para que cojan impulso, objetivo imposible, porque viajan atestados de gente. Nunca es fácil saber si una salida va a estar cortada o no. A veces, el tráfico se colapsa y todo se detiene. Todas las paredes alrededor de esos puentes están llenas de pintadas, pequeñas obras de arte, graffitis que cuentan las turbulencias políticas de los últimos años, de Morsi a Obama.

-Cruces. A veces, algún policía intenta organizar el tráfico. No tiene éxito. Los pitidos son constantes. A modo de aviso, advierten al resto de los conductores de la presencia de otro vehículo. "Crazy", acierta a decir un conductor. Hay niños que se lanzan entre los coches, sorteando una mezcla de modernos Mercedes, BMWs, todoterrenos y modelos de los años 70, para intentar vender ramos de menta a los extranjeros. Estos niños sonríen. Otros, uno que vende pan, otro que espera en el suelo con la mano tendida, duermen de puro agotamiento.

-Carreteras. Constantemente, en las autopistas y el resto de vías, hay coches parados en los laterales. En unos casos, los conductores vacían aguas menores; en otros, el coche está roto; en algunos casos, parece que el vehículo ha dicho basta y ha sido abadonado a su suerte para que se lo coma el polvo de Egipto. Algunos coches duermen cubiertos por lonas, para evitar la arena. Otros descansan con los parabrisas en alto, indicando que esperan a ser limpiados a cambio de unas pocas libras.

Siempre reina un caos alegre.

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